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Historia en los comienzos:

Corría la década de 1960, y la ciudad estaba llena de movimiento: mercados bulliciosos, calles llenas de vida y pequeños negocios que nacían con esfuerzo y dedicación. Fue en ese contexto que Luis Eleazar Soriano Cáceres, fundador de la marca, decidió emprender un proyecto que con el tiempo se convertiría en todo un referente: crear unas galletas que, aunque simples al principio, tenían un sabor que prometía quedarse en la memoria de quienes las probaran. La producción inicial era modesta y artesanal. Se trabajaba con máquinas básicas, en espacios pequeños, y cada lote de galletas era el resultado de prueba y error, de ensayo y ajuste constante. Cada vez que alguien probaba una galleta, se aprendía algo nuevo: un sabor a mejorar, una textura a perfeccionar, un empaque a ajustar. Poco a poco, esas pequeñas mejoras fueron marcando la diferencia. Cuando las galletas llegaron a Lima, la aventura apenas comenzaba. Al principio se vendían en mercados locales, en puestos llenos de gente, entre el bullicio de compradores y vendedores.

Cada venta era un paso más, cada cliente satisfecho, una semilla para la reputación que empezaba a construirse. De bodega en bodega, de tienda en tienda, las galletas fueron abriéndose camino, conquistando poco a poco a quienes buscaban un producto diferente y de calidad. Sin embargo, el camino del emprendimiento no es nunca lineal. Pronto surgió un obstáculo: la marca que se había elegido ya estaba registrada por otra persona. Lejos de rendirse, Luis Eleazar Soriano Cáceres buscó una solución, negociando y llegando a un acuerdo que permitió adquirir los derechos de la marca. Con esto, la producción pudo continuar, ahora con un nombre propio y protegido, consolidando la identidad de las galletas. Con la marca asegurada y la receta perfeccionada, las galletas comenzaron a crecer en popularidad. Lo que empezó como un proyecto pequeño y artesanal se convirtió en un producto querido y reconocido. La perseverancia, la atención al detalle y la pasión de Luis Eleazar Soriano Cáceres por crear algo propio transformaron un sueño modesto en una historia de éxito que aún hoy es recordada.